viernes, septiembre 10, 2004

Los ReVeldes :-S

Hoy cuando volvía a mi casa tras un duro momento en el que fui sometida a una "instancia evaluativa", por darle un nombre fino al hecho de que casi me rompen el c... bueno en fin, cansada, con frío, con hambre, deseosa de paz y un buen sánguche de queso...me subí al colectivo... y en eso estaba cuando escuché una extraña musiquillia, que prontamente identifiqué como unos muchachos en el fondo de este medio de transporte público, cantando y aporreando las paredes del bus a modo de acompañamiento rítmico (otra que tocs tocs, casi desarman el colectivo!!!).
Paso a comentarles el repertorio de este ignoto grupo coral:
Cocaína cocaína, yo me voy para Bolivia....... (La Renga)
Dale Taiere!!! Belgrano culia... etc etc
Oíd mortales el griiito sagraaaaaado, libertad, libertad, LIBERTAD!!!... (cabe destacar que con esta melodía hasta se tomaron la molestia de hacerle un acompañamiento con las voces a modo de instrumentos, por ejemplo: chananán chananananana chananán chananananana, ta tarararararara tarararararaa... Sean eternos los laureles... CANTEN CARAJO!!!... que supimos conseguir... etc
Y finalizaron su perfomance con el afamado éxito de La Renga: Y ya no estuvo más conmigo mi corazó o o nnnn...

Fue ahí cuando dos neuronas que andaban rondando por mi desierto cerebro a ver si encontraban un oasis que las salvase de la extinción, hicieron sinapsis de casualidad nomás y me avivé: OOOOH, debe haber recital de L.R. tonite! Y debe ser en un lugar cuya ubicación geográfica coincide con la trayectoria de este artefacto rodante!!!
(No, si yo cuando quiero puedo competir hasta con Stephen Hawking con mis razonamientos lógicos...)
Finalmente, los muchachos se bajaron nomás despidiéndose afectuosamente de su público. No podía faltar la sra que mencionó la conocida idea de que la juventud está perdida, adonde vamos a parar, mocosos de porquería; todas cosas muy interesantes que of course no mencionó mientras los mentados mocosos aún se encontraban a bordo.
Yo por mi parte, agotada con tantas emociones, me tiré en el primer asiento que quedó libre intentando comprobar si mis tímpanos conservaban su membrana intacta.

Eso sí, hay que reconocerles que se sabían todas las letras, hasta la del Himno...